







Sala multiuso para todo tipo de espectáculos, presentaciones y eventos, cuenta con estacionamiento propio en pleno centro porteño
Salón La Argentina: un lugar legendario e histórico
Un escenario que supo recibir a cantantes de tango de la talla de Carlos Gardel, Julio Sosa, Ángel Vargas, Alberto Castillo; a orquestas del género como la de Juan D’Arienzo y Osvaldo Pugliese (quien solía presentarse los días jueves); a un solista clásico como Andrés Segovia y a los músicos que acompañaban al Rey del Compás; y a bailarines de renombre como Juan Carlos Copes, entre otros. Un sitio que, a diferencias de otros bailes, privilegiaba la distinción por sobre las habituales trifulcas entre compadritos y malevos que se daban en espacios similares.
Calificar al Salón La Argentina (Rodríguez Peña 361, a pasitos de la Avenida Corrientes) como un espacio legendario e histórico no es caer en esas hipérboles a las que nos tienen acostumbrados aquellos expertos en ciencias indemostrables. El lugar nació en el año 1880, cuando un conjunto de músicos se agrupó bajo el nombre de Tipos del Norte, y fue construido por el arquitecto Juan Manzini y decorado y ambientado por Félix Boggio. Poco tiempo después se estableció la sede de la Sociedad Filantrópica La Argentina, luego transformada en Asociación Mutual, y servía como espacio para los encuentros sociales de sus afiliados. Un par de décadas más tarde la Asociación Wagneriana, aprovechando su excelente acústica, utilizaba el espacio para organizar conciertos de cámara y posteriormente, en la era dorada del tango, fue un ámbito en el que las mujeres iban vestidas de largo y los hombres muy bien arreglados a, como suele decir, “sacarle viruta al piso”.
Tiempo después el Salón pasó a ser regenteado por Carmelo D’Amico, que lo afianzó como baluarte de su Orquesta Guaraní. De este modo, el tango empezó a ceder su espacio y los habitués se fueron distanciando. Pero en los años 80 la milonga recuperó su lugar y el reducto se estableció como un secreto a voces para aquellos que querían evitar el denominado Tango For Export, con propuestas comerciales para los puristas y precios prohibitivos para los locales.
Tras un tiempo en el que fue alquilado para sendos emprendimientos comerciales que poco tenían que ver con lo artístico, el Salón La Argentina regresa a sus fuentes y se pone al día con una propuesta acorde a estos tiempos. Shows, gastronomía, tragos y algo fundamental para la zona en la que está ubicado: estacionamiento propio. Todo está dado para que los fantasmas ilustres de las figuras que pasaron por su tablado le envíen su bendición y que su brillo sea el que merece su aura mítica y su tradición.